¿Cómo impactan los megaproyectos urbanos su entorno?

¿Cómo impactan los megaproyectos urbanos su entorno?

•    Santa Fe, en CDMX y Tren Maya, en el sureste mexicano, dos megaproyectos que permiten dimensionar sus repercusiones
•    Los megaproyectos en general no pueden entender el territorio a detalle por su escala, por ello es necesario hacer planeación participativa a escala de barrio: María Moreno, UAM Cuajimalpa
•    Muchas veces los megaproyectos no resuelven mega necesidades y, por el contrario, generan mega problemas: Daniel Pérez, Posgrado en Urbanismo UNAM
•    Cualquier megaproyecto implica una transformación del medio físico, ambiental o social. No existe un balance adecuado entre los impactos positivos y negativos, ya que trastocan las condiciones originales: José Gasca, IIEc UNAM

Ciudad de México, 11 de septiembre de 2024. Los megaproyectos son iniciativas a gran escala que tienen el potencial de transformar ciudades enteras, con impactos tanto positivos, como negativos. Por un lado, pueden mejorar la infraestructura, la conectividad y el acceso a servicios, impulsando el desarrollo económico y atrayendo nuevas inversiones, pero por otro, también pueden generar segregación social, gentrificación y privatización del espacio urbano, expusieron especialistas en seminario organizado por el Programa Universitario de Estudios sobre la Ciudad (PUEC).

La clave está en una planificación que considere el contexto local, las necesidades de los habitantes y la sostenibilidad ambiental, para asegurar que los beneficios mitiguen los costos y que los impactos positivos sean equitativamente distribuidos, aseguraron las y los académicos participantes en la primera sesión del ciclo Confines del desarrollo urbano del siglo XXI, del seminario del PUEC “Ciudad, ciudad, ciudad”, moderada por el doctor Guillermo Olivera, del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias UNAM.

La investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Cuajimalpa, Dra. María Moreno Carranco, señaló que los megaproyectos han sido un eje de transformación para Ciudad de México y expuso el caso de Santa Fe y sus contradicciones en la reconfiguración urbana. 

Santa Fe es un proyecto que se estableció a finales de los años ochenta en una zona subutilizada en el poniente de la capital mexicana que era un basurero y donde había minas de arena. Hay fuentes que indican que estaba habitada por alrededor de tres a cinco mil pepenadores de basura, cuyas familias llevó 14 años desplazar. 

“La transformación del paisaje urbano de Santa Fe es brutal, entre mediados de 1980 y diez años después ya hay una transformación importante y, actualmente es irreconocible el paisaje”, recalcó Moreno.

La zona ha generado una serie de problemas locales y metropolitanos; uno de los principales es la necesidad de realizar 265 mil viajes diarios hacia y desde Santa Fe. En un intento por solucionarlos, se han construido obras de infraestructura vial muy importantes como la Supervía Poniente y el Tren Interurbano.

Santa Fe es el único lugar de la ciudad donde los precios de renta han estado bajando y se ha mantenido estancado en el mercado por dos décadas, destacó la académica.

Algunos grandes proyectos urbanos producen mayor segregación, gentrificación e intensificación de las tensiones sociales. Igualmente, contribuyen a la privatización del espacio urbano, a la proliferación de urbanizaciones cerradas, a una planificación orientada al beneficio económico, al diseño de ciudad para el consumo y el espectáculo de unos cuantos, creando ciudades fragmentadas donde hay inversión masiva en algunas zonas y deterioro en otras.

Para crear ciudades más justas, equitativas y sostenibles, la especialista dijo es necesario hacer planeación participativa a escala de barrio. Los megaproyectos en general no pueden entender el territorio a detalle por su escala. 

También agregó, se debe aumentar la inversión pública y privada en zonas vulnerables, desarrollar políticas que promuevan vivienda asequible para evitar desplazamiento, garantizar que todos los residentes tengan acceso a condiciones de vida seguras y estables, acceso a servicios públicos, crear más espacios verdes, de recreación y espacios culturales, medios de transporte público sostenible, oportunidades de trabajo y estudio cerca de las viviendas, entre otras medidas.

En general, planificar con una visión de justicia ambiental para revertir que los problemas medioambientales afecten de manera desproporcionada a las comunidades marginadas y de bajos ingresos, garantizando aire limpio, agua y condiciones de vida seguras. 

Finalmente, invitó a reflexionar “cómo la planeación de estos megaproyectos y de esta ciudad en los últimos 50 años nos ha llevado a tener la urbe que tenemos y cómo imaginar hacer ciudades que den prioridad a la equidad, la inclusión y la sostenibilidad”.

El Dr. Daniel Pérez Torres, académico del Posgrado en Urbanismo de la UNAM, explicó que estos proyectos a gran escala se caracterizan por ser muy costosos, llevan varios años en su construcción e involucran múltiples actores públicos y privados; asimismo, son transformadores de sus entornos e impactan a millones de personas, algunos de ellos, están diseñados para cambiar incluso la estructura de la sociedad.

Los megaproyectos pueden ser intraurbanos o interurbanos y todos tienen impactos (externalidades) urbanos, ambientales, sociales y económicos, tanto negativos como positivos, que trascienden a las administraciones que los crearon.

Generalmente, primero se plantea el megaproyecto y luego viene la planeación urbana. También tienen apoyo político, económico, empresarial y gremial con el que la planeación difícilmente puede competir. Frecuentemente la normatividad urbana se adapta a estos proyectos. “Muchas veces los megaproyectos no resuelven mega necesidades y, por el contrario, generan mega problemas”, puntualizó el académico.

El Dr. José Gasca, investigador del Instituto de Investigaciones Económicas UNAM, comentó el caso de estudio del Tren Maya, una infraestructura ferroviaria que tiene una escala regional con un efecto interurbano importante ya que tiende a la conectividad y la movilidad urbana.

El Tren Maya es un proyecto sin precedentes en nuestro país, tanto por su complejidad y el monto de su inversión, como por la intrincada participación de actores.

Cualquier megaproyecto implica una transformación del medio físico, ambiental o social, aseguró el investigador. “No existen balances adecuados entre las externalidades positivas y negativas, ya que trastocan las condiciones originales, sobre todo las físico-ambientales”.

Las externalidades se resuelven a través de evaluaciones costo-beneficio, de impacto ambiental y de impacto social, que tienen que ver fundamentalmente con llevar a cabo medidas de mitigación o compensación tanto en el terreno social, ambiental, como en el económico.

La construcción del Tren Maya generará y promoverá nuevas infraestructuras intraurbanas como la construcción de viaductos y puentes; subcentros de conectividad; articulación de nuevos sistemas de movilidad urbana: transporte público y aeroportuario, y efectos hacia estrategias de renovación urbana.

Renovación urbana y megaproyectos

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